jueves, 30 de mayo de 2013

LOS TSACHILAS
Los tsachila tienen una identidad bien marcada, el vestido, la pintura roja en los cabellos masculinos, su lengua el tsafeki, que todos siguen utilizando; su propia alimentación y los poderes de curación del que tienen gran reputación sus ponés o shamanes, son marcadores de su identidad.

Idioma
Tsafiqui, que quiere decir verdadera palabra, cabe señalar que este lenguaje proviene de la familia lingüística Chibcha; la segunda lengua de los Tsáchilas es el español.

Población 
Según un censo realizado en 1997, su población alcanzaba los 2.640 habitantes. Agrupada en ocho comunidades: Cóngoma Grande (Santo Juan), Los Naranjos, El Búho de los Colorados, El Poste, Peripa, Chigüilpe, Otongo Mapalí y Filomena Aguavil (Tahuaza) asentados en la zona rural del Cantón de Santo Domingo de los Colorados.
Organización Sociopolítica

Las comunas, que son uniones de familias nucleares con vínculos de consanguinidad y afinidad patrilineales, se constituyen en núcleos de cooperación y ayuda mutua.



Tiene dos formas de autoridad: el Cabildo, organización de nuevo tipo establecida por el Estado, y la tradicional con un jefe llamado "Miya", que legendariamente siempre ha sido un “Pone” o “Vegetalista”, como su máxima autoridad. El "Miya" ordena las actividades cotidianas de la comunidad y cura las enfermedades, ya que tiene el poder que le dan los espíritus; es quien preserva la memoria colectiva y el saber de su pueblo y lucha por la defensa de su identidad y su cultura; por lo tanto, es el guía espiritual y conductor social y político.
Vestimenta

El Hombre El vestido de los hombres es sencillo y ligero, se lo denomina palompoé. Está conformado de mapchozmp que es un taparrabo bicolor en azul y blanco, de forma rectangular que los colonos llaman chumbillina.

El berequé complementa la prenda anterior es una faja de algodón bastante larga con la que sujetan a la cintura el taparrabo. El paniú es un pedazo de tela que se echan sobre el hombro izquierdo, casi siempre es de algodón en colores muy fuertes como rojo y amarillo. El jalí es de uso complementario, consiste en una larga manta de algodón de color blanco que se emplea en días fríos.

El colorado moderno, gusta de toda clase de adornos, como las pinturas faciales y el empastado del cabello con el achiote (bixa orellana). Los adornos más empleados son el calastushilli y el mishilli. El calatushilli es una pulsera de plata maciza con una ligera abertura para insertar la muñeca. En los dos extremos se practican dos orificios en los que se pasan hilos de colores para sujetarlos. Comienza a usar este adorno como prueba de virilidad en el momento en que se casan; si enviudan se lo retira en señal de luto.

El mishilli es una especie de coronita de algodón que se coloca en la cabeza en el casco de pelo endurecido. Para que no se dañe la lían cuidadosamente con hilo.

La mujer La vestimenta es sencilla y acorde a sus necesidades cotidianas, utilizan una falda de líneas más finas que la de los hombres. No usan faja para ceñir la cintura; a la espalda y anudada al cuello llevan una ligera tela de colores.

Sus principales adornos son: la bitadé o manilla, que acostumbra lucir dos en cada brazo y que se fabrican con abalorios multicolores. Una de ellas va en la muñeca y la otra en la parte superior del antebrazo. En la primera manilla prefieren los colores blanco y azul (fibacán y lo´sinba); y en la otra el verde (lo ´ sinban).

El bípode o collar es el adorno más complicado y que distingue a las mujeres tsáchilas. Lo llevan en cinco o seis cuentas que suelen llegarles hasta el abdomen. Generalmente este collar está formado por pepas de San Pedro, churos grandes y pequeños, huesecillos de aves o animales de monte y semillas.
Pintura facial, corporal y peinado


Los colorados llevan pinturas en la cara y en el cuerpo. El proceso de pintarse se denomina maliquedé. La pintura del cuerpo (pecho, brazos, y piernas) se conoce como pucalé quedé; y la del rostro, caforó quedé, cada una de ellas tiene un nombre específico y su proceso de ejecución es diferente.

Las pinturas faciales de la mujer son más complicadas que las del varón. Las líneas son finas con ligeros puntitos en los bordes, de suerte que, miradas a cierta distancia, pareciera que han dibujado un cienpiés.

La pintura depende del gusto, la edad, y el capricho de cada persona, aunque casi siempre las líneas son sencillas y se trenzan horizontalmente. Los colores se alternan armónicamente, las líneas de la cara son delgadas, y anchas las del cuerpo. El mu o achiote da la coloración roja que usa casi exclusivamente el varón: El mali o huito, pepa semejante al aguacate, da la coloración negro azulada, así como el verde claro que usan las mujeres.

El tocado del cabello es originalísimo. Se unta con una pasta preparada con leche de sandí y achiote, que convierte al cabello en una visera consistente; a esto lo llaman embijamiento. Las mujeres llevan el pelo suelto a las espaldas; cuando van al pueblo lo adornan con peinetas, vinchas y cintas.
Vivienda

Es una construcción de dos aguas; consiste, por lo general, en un ambiente rectangular de trece metros de largo por siete de ancho y cinco de altura. La armazón se sustenta sobre pilares redondos o tuctangas, confeccionados de una palmera dura e incorruptible llamada bisolá.

El cumbrero o yaburé, cubierto de hoja o shapangas, se sustenta a las soleras o pactarum mediante bejucos resistentes o incorruptibles. Las soleras descansan arriba de los puntales mediante muescas. Sobre las shapangas se extienden las costaneras o birapé, de dos en dos, a distancia de unos diez metros. La casa no tiene ventanas, la cubierta dura aproximadamente dos o tres años dependiendo de la humedad y acción destructora de las cucarachas. La casa está dividida en dos comportamientos más o menos iguales, es íntegramente de madera y no tiene cimientos. Las paredes se forman con tablas de madera o caña guadúa partida. Todas las casas tienen dos puertas, una de acceso al corredor; y otra que se sitúa en la parte posterior.
Alimentación

La alimentación depende de los productos agrícolas, la caza y la pesca. El pandado es un plato cotidiano que consiste en uno o dos pescados chicos y una bala de plátano, colocados en una hoja de bijao. El sancocho es una de las pocas comidas líquidas que se preparan. Cortan el plátano verde en trozos irregulares, lo ponen a hervir y añaden carne de loro, guanta y guatusa. El chontaduro es una fruta silvestre, tiene abundante comida harinosa. Cuando los hombres retornan de la cacería traen las carnes ahumadas y en la casa las envuelven en hojas de plátano y las conservan junto al humo por dos semanas.

Bebida: Entre las bebidas que ellos mimo preparan están la malá, especie de cerveza fermentada de maíz o piyó, este licor fermentado puede ser también de yuca (ce´chú), cocida y masticada, usada por la comunidad en fiestas y ritos ancestrales.
Música

La marimba es uno de los instrumentos principales y está hecha de maderas de bambú y chonta.
Baile típico Tsáchila
Para organizar una fiesta en el caserío se forman los grupos expertos en cada actividad. Con una anticipación de quince días.
Algunos se van a la cacería de animales, otros a la pesca. Permanecen cuatro a cinco días en la montaña. Así mismo el jefe de familia invita a la construcción de la casa con la participación de los jóvenes, adultos, ancianos hombres y mujeres.

En la celebración de una de las fiestas tienen la costumbre de compartir chicha, comidas en abundancia y también música. Esta fiesta por lo general dura de 2 a 3 días.
Shamanismo


Los Tsáchilas son considerados uno de los pueblos con más conocimiento médico vegetal en las Américas. El Shaman "PONE" es un hombre religioso, autoridad y ministro sagrado. Su universo es rico en imágenes y elementos naturales. El Shamán viaja hacia distintas dimensiones, recorre el cielo, la tierra y los mundos subterráneos para visitar al Dios Pipowa y ofrecerles una serie de presentes en nombre de su nación, para luego ir en busca de la persona enferma cuya alma o cuerpo ha sido apresada por las fuerzas del mal y de enfermedad. Así mismo viaja como guía del alma de un muerto para acompañarlo hacia otro nivel donde descansará en paz y finalmente, para enriquecer su conocimiento mediante el trato con sus espíritus superiores.

Él conduce a su familia y nación en el camino del bien para liberarla del miedo y de la ambición. Con el adecuado manejo de sus conocimientos los lleva hacia el conocimiento de lo sagrado.

Como un hombre de medicina, en sus ceremonias usa una amplia variedad de recursos naturales como son las plantas, animales o minerales, que combina con sus habilidades Psíquicas. Uno de los más finos ejemplos de su medicina es el Nepi (Caapi plant) un brebaje de efecto narcótico, que desnuda al paciente de sus barreras psíquicas y lo libera de sus miedos, haciendo posible que el Shamán mire con claridad su alma y perciba con frescura la condición de su cuerpo.

RITUAL SHAMANICA (Ponékika) Es el ritual que invoca a los espíritus del ser supremo que conoce las debilidades del Ecosistema y reactiva la vida de los seres naturales e inertes.
Para el pueblo Tsáchila el (Poné Miyá) es un jefe máximo. Cubre amplio ciclo de la historia humana creándose Técnicas e ideas complementarias de la Cosmovisión y la espiritualidad en contacto Hombre Naturaleza en base al desarrollo de las Ciencias y Técnicas. De las diferentes manifestaciones milenarias mitológicas con el transmitir de todos conocimientos de Ritualidades étnicos estrechamente ligados a nuestras costumbres, tradiciones y constituye una herencia de padres a hijos.
El Shamán es por excelencia un ser estático, a nivel de las Religiones Primitivas. Para él experimentar el éxtasis significa el vuelo del alma al cielo.

Para encontrase cara a cara con el Dios del cielo. Pipowa Tsáchi-Mapiyan-Lamar.
Presentándole una ofrenda en nombre de nuestra tribu milenaria.
Para ir en busca del alma de un enfermo, supuestamente extraviada lejos de su cuerpo o raptada por la espiritualidad maligna.
Para acompañar al alma de un difunto hacia su nueva encarnación y finalmente, para enriquecer su ciencia mediante el contacto con los seres superiores.

miércoles, 8 de mayo de 2013

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INTERCULTURALIDAD EN EL ORIENTE ECUATORIANO
La interculturalidad (interculturalism, en inglés), es un proceso de estacionamientos de comunicación e interacción entre personas y grupos donde no se permite que un grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas. En las relaciones interculturales se establece una relación basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo. Sin embargo, no es un proceso exento de conflictos, estos pueden resolverse mediante el respeto,la generación de contextos de horizontalidad para la comunicación, el diálogo y la escucha mutua, el acceso equitativo y oportuno a la información pertinente, la búsqueda de la concentración y la sinergia. Es importante aclarar que la interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel geográfico si no más bien, en cada una de las situaciones en las que se presentan diferencias.

Tras sobrevolar el poblado auca, la avioneta descendió y tomamos tierra en un accidentado claro de la selva, bajamos. Hombres, mujeres y niños desnudos rodeaban entre expectantes y recelosos el aparato. Pero al ver al piloto (un conocido para ellos) avanzaron riendo, excitados, hacia él y poco después todos éramos manoseados, acariciados, abrazados. Fue el recibimiento más alegre y ruidoso de cuantos he conocido.
Los aucas, que nos vieron tan cubiertos, para comprobar que éramos como ellos, que podían otorgarnos su confianza, lo primero que constataron, tras el caluroso recibimiento, fue si nuestros genitales eran como los suyos. Y pudieron comprobar desde todos los ángulos -¡quién se lo negaba!- que, en efecto, lo eran, centímetro más, centímetro menos.

¿Así que esos ruidosos, alegres y afectuosos tipos eran los aucas? “¿Los terribles aucas?” Y allí estaba yo sin comprender nada. Todo era amabilidad. Pronto comprendí que los aucas, simplemente me estaban dando una lección de sana espontaneidad. Ellos no componen, como nosotros, una sociedad de pornografía, ellos no han reprimido el sentido del tacto; no les basta con ver las cosas y menos, como nosotros, verlas, si es posible, por el ojo de una cerradura; las cosas hay que tocarlas, hay que establecer contacto directo con ellas, sentirlas, crear la más pura e íntima comunión; hay que tocar y una vez descubierto reían, reían como niños que acaban de descubrir un mundo nuevo.
Una de las mujeres, me sonríe acogedora y con la mano recorre suavemente, muy suavemente, mi rostro y espalda. Es una caricia cálida, llena de ternura y afecto, y yo me limito a sonreír, no me atrevo a devolverle la caricia porque no conozco el lenguaje táctil, la mujer se va. Días después comprendería que, simplemente, me estaba dando la bienvenida.
El piloto, por cierto, pronto les ahorró todo ese trabajo de descubrir, con sólo llegar a la choza se quitó la ropa y quedó tan desnudo como los Aucas. Yo tardé días en comprender lo absurdo de llevar ropa en la selva, porque la ropa retiene la humedad ambiente y, aparte de pudrirse rápidamente, se convierte en cultivo permanente de enfermedades.