INTERCULTURALIDAD
EN EL ORIENTE ECUATORIANO
La interculturalidad (interculturalism, en inglés), es un
proceso de estacionamientos de comunicación e interacción entre personas y
grupos donde no se permite que un grupo cultural esté por encima del otro,
favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas. En
las relaciones interculturales se establece una relación basada en el respeto a
la diversidad y el enriquecimiento mutuo. Sin embargo, no es un proceso exento
de conflictos, estos pueden resolverse mediante el respeto,la generación de
contextos de horizontalidad para la comunicación, el diálogo y la escucha
mutua, el acceso equitativo y oportuno a la información pertinente, la búsqueda
de la concentración y la sinergia. Es importante aclarar que la
interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel
geográfico si no más bien, en cada una de las situaciones en las que se
presentan diferencias.
Tras sobrevolar el poblado
auca, la avioneta descendió y tomamos tierra en un accidentado claro de la
selva, bajamos. Hombres, mujeres y niños desnudos rodeaban entre expectantes y
recelosos el aparato. Pero al ver al piloto (un conocido para ellos) avanzaron
riendo, excitados, hacia él y poco después todos éramos manoseados,
acariciados, abrazados. Fue el recibimiento más alegre y ruidoso de cuantos he
conocido.
Los aucas, que nos vieron tan cubiertos, para comprobar que
éramos como ellos, que podían otorgarnos su confianza, lo primero que
constataron, tras el caluroso recibimiento, fue si nuestros genitales eran como
los suyos. Y pudieron comprobar desde todos los ángulos -¡quién se lo negaba!-
que, en efecto, lo eran, centímetro más, centímetro menos.
¿Así que esos ruidosos, alegres y afectuosos tipos eran los
aucas? “¿Los terribles aucas?” Y allí estaba yo sin comprender nada. Todo era
amabilidad. Pronto comprendí que los aucas, simplemente me estaban dando una
lección de sana espontaneidad. Ellos no componen, como nosotros, una sociedad
de pornografía, ellos no han reprimido el sentido del tacto; no les basta con
ver las cosas y menos, como nosotros, verlas, si es posible, por el ojo de una
cerradura; las cosas hay que tocarlas, hay que establecer contacto directo con
ellas, sentirlas, crear la más pura e íntima comunión; hay que tocar y una vez
descubierto reían, reían como niños que acaban de descubrir un mundo nuevo.
Una de las mujeres, me sonríe acogedora y con la mano recorre
suavemente, muy suavemente, mi rostro y espalda. Es una caricia cálida, llena
de ternura y afecto, y yo me limito a sonreír, no me atrevo a devolverle la
caricia porque no conozco el lenguaje táctil, la mujer se va. Días después
comprendería que, simplemente, me estaba dando la bienvenida.
El piloto, por cierto, pronto les ahorró todo ese trabajo de
descubrir, con sólo llegar a la choza se quitó la ropa y quedó tan desnudo como
los Aucas. Yo tardé días en comprender lo absurdo de llevar ropa en la selva,
porque la ropa retiene la humedad ambiente y, aparte de pudrirse rápidamente,
se convierte en cultivo permanente de enfermedades.
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