miércoles, 8 de mayo de 2013

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INTERCULTURALIDAD EN EL ORIENTE ECUATORIANO
La interculturalidad (interculturalism, en inglés), es un proceso de estacionamientos de comunicación e interacción entre personas y grupos donde no se permite que un grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas. En las relaciones interculturales se establece una relación basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo. Sin embargo, no es un proceso exento de conflictos, estos pueden resolverse mediante el respeto,la generación de contextos de horizontalidad para la comunicación, el diálogo y la escucha mutua, el acceso equitativo y oportuno a la información pertinente, la búsqueda de la concentración y la sinergia. Es importante aclarar que la interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel geográfico si no más bien, en cada una de las situaciones en las que se presentan diferencias.

Tras sobrevolar el poblado auca, la avioneta descendió y tomamos tierra en un accidentado claro de la selva, bajamos. Hombres, mujeres y niños desnudos rodeaban entre expectantes y recelosos el aparato. Pero al ver al piloto (un conocido para ellos) avanzaron riendo, excitados, hacia él y poco después todos éramos manoseados, acariciados, abrazados. Fue el recibimiento más alegre y ruidoso de cuantos he conocido.
Los aucas, que nos vieron tan cubiertos, para comprobar que éramos como ellos, que podían otorgarnos su confianza, lo primero que constataron, tras el caluroso recibimiento, fue si nuestros genitales eran como los suyos. Y pudieron comprobar desde todos los ángulos -¡quién se lo negaba!- que, en efecto, lo eran, centímetro más, centímetro menos.

¿Así que esos ruidosos, alegres y afectuosos tipos eran los aucas? “¿Los terribles aucas?” Y allí estaba yo sin comprender nada. Todo era amabilidad. Pronto comprendí que los aucas, simplemente me estaban dando una lección de sana espontaneidad. Ellos no componen, como nosotros, una sociedad de pornografía, ellos no han reprimido el sentido del tacto; no les basta con ver las cosas y menos, como nosotros, verlas, si es posible, por el ojo de una cerradura; las cosas hay que tocarlas, hay que establecer contacto directo con ellas, sentirlas, crear la más pura e íntima comunión; hay que tocar y una vez descubierto reían, reían como niños que acaban de descubrir un mundo nuevo.
Una de las mujeres, me sonríe acogedora y con la mano recorre suavemente, muy suavemente, mi rostro y espalda. Es una caricia cálida, llena de ternura y afecto, y yo me limito a sonreír, no me atrevo a devolverle la caricia porque no conozco el lenguaje táctil, la mujer se va. Días después comprendería que, simplemente, me estaba dando la bienvenida.
El piloto, por cierto, pronto les ahorró todo ese trabajo de descubrir, con sólo llegar a la choza se quitó la ropa y quedó tan desnudo como los Aucas. Yo tardé días en comprender lo absurdo de llevar ropa en la selva, porque la ropa retiene la humedad ambiente y, aparte de pudrirse rápidamente, se convierte en cultivo permanente de enfermedades.

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